DETALLE DE AMOR
En un lejano y paradisíaco lugar donde su nombre hace alusión a uno de los metales más codiciados:
el oro, unido con otro tesoro como es el agua de un río,
que podemos traducir cómo: “oro en el río”, en lengua shiwuiar se dice: Kurintsa,
lugar donde el trinar de las aves, el sonido de los insectos
y la espesa selva son testigos de un tesoro más preciado: el amor.
Al llegar como forastera sin experiencia de selva, todo es nuevo.
El idioma indescifrable…solo se sabe que son amistosos porque ríen libremente,
el aspecto muy básico de las chozas es impresionante,
grande palos de chonta sosteniendo el artístico tejido de palma,
cañas improvisadas separan la cocina del dormitorio,
imágenes que impresionan los ojos de una mestiza con la cabeza puesta en grandes edificaciones de cemento,
no se encuentran las paredes, ni la cama con colchón confortable,
se alcanza apreciar apenas un fogón ardiendo y una figura joven y pulida en cuclillas soplando la candela y apresurando la cena,
una sopa de pescado ahumado, comida típica de las regiones selváticas de la amazonia ecuatoriana,
el nombre de la mujer shiwiar evoca a la brisa refrescante y suave como su carácter,
Briseida, quien muy sonriente en medio del humo sirve presurosa a bebida sagrada,
la de siempre, la de sus antepasados la chicha de yuca.
En la penumbra se alcanza a divisar niños y una figura joven,
es el hombre de la casa que acogedor y sociable entre la tertulia con las forasteras,
narra actividades que practica en su selva, dice: cerca del día de la madre en la noche y madrugada,
fui de pesca por más de 4 horas en el río esperando caiga un lagarto para traer a casa esa carne especial para mi mujer, a pesar que esperé hasta la madrugada en el río, solo conseguí algunas carachamas y bagres,
cuenta sonriendo mientras busca con su mirada a la dueña de su inspiración y sacrificio.
La sencillez y la fuerza para grandes sacrificios es admirable,
aunque en ese rincón donde no hay lujos ni grandes construcciones, solo aire puro,
la musical selva y un amor resistente como el infinito, el kuri no escatima esfuerzos para un obsequio a la altura de sus sentimientos.
Oh contraste de mundos y culturas, que a veces donde hay más confort se desvanecen los verdaderos afectos.
Será acaso comparable el obsequio al ser amado de un fresco pescado
después de una faena peligrosa de la noche, o un anillo de diamantes comprado a última hora
por la asistente para no quedar mal en el aniversario,
o el gigante ramo de flores con el globo de “te amo”,
tapando el disgusto de siempre llegar tarde porque estuvo con otra ilusión;
me pregunto ¿Cuál tiene más valor? …depende del corazón…
pero lo cierto es que el amor verdadero requiere parte de la vida, del tiempo,
del alma que pongas, más que de dinero.
En lo simple de las cosas, en un rincón de la selva, donde ir a la chacra,
cocinar, cazar, son rutina diaria, no existe la depresión, aún no ha nacido el estrés,
la vida es descomplicada en comparación de las agitadas vidas de la ciudad que,
por el trabajo, las deudas, donde las actividades cotidianas marcadas por el estrés
van consumiendo las relaciones ya en su complejidad poco compartidas.
Con que autoridad podemos decir que “ayudemos a estos hermanos de las lejanías para que progresen
como la “gran civilización”, será progreso realmente, no se medirá la vida más bien por la felicidad de cada día…………………
en mi viaje de aventura por la selva,
no fui a enseñar nada, si aprendí que la vida es simple y espontanea atrapada en una sonrisa.