FALSAS ILUSIONES
Con mirada tierna Kashi, ve llegar una avioneta y piensa entre su sonrisa abierta y espontánea,
¡que fabuloso… se puede volar como los pájaros!,
y en su cabeza guarda la ilusión: cuando sea grande yo quiero ser piloto.
Mientras tanto se zambulle en el río que le refresca hasta el alma,
pesca caracha y bagre, llega a casa y contento espera que las mujeres preparen la comida,
una vez listos los alimentos, entre risas y hambre son devorados los deliciosos maitos,
las mujeres sirviendo chicha como de costumbre y rindiendo reverencia al varón.
Sirven su chicha, su fuerza, su bebida, su alimento después de la leche materna,
solo esta mágica bebida es capaz de estar presente siempre.
En la infinita naturaleza Kashi, corre, vuela en sus pensamientos,
conversa con los animales y las plantas y se siente rey de su selva,
no hay mejor habilidad en ninguna raza que el hombre de la selva para sortear los peligros
y sobrevivir en medio de la exuberante e inexplorada naturaleza;
con sagacidad esquiva las serpientes y con la ternura de un niño acaricia a los monos y papagayos,
también sabe distinguir sonidos exactos de animales,
habilidad que un novato de ciudad ni siquiera los percibe,
Kashi de vez en cuando recuerda su ilusión, dice: cuando sea grande quiero ser piloto,
mirando el cielo estrellado y la inmensidad del infinito.
La felicidad y las expectativas se prenden cuando llegan las fiestas,
le encanta compartir, ser reconocido,
valorado como varón y pronto se da cuenta que su corazón empieza acelerarse cuando mira a Amari,
una de las jóvenes más bonitas de su comunidad,
Kashi va creciendo teniendo una sola alma con su selva, pero con la ilusión de volar como los pájaros,
de ser libre, de conquistar el cielo.
Un día escucha venir la avioneta, su corazón se acelera y emprende velozmente el encuentro a su ilusión,
llega a la pista sin aliento, pero sus ojos brillan como diamantes de la emoción,
su sonrisa es contagiosa, saluda con el piloto e intenta subir a la máquina de sus sueños,
mientras dice “yo quiero ser piloto”, desde ese día Kashi insiste a sus padres
que quiere salir a la gran ciudad porque quiere estudiar y ser piloto,
sus padres lo miran con preocupación, no quieren perder a su niño, a su churi,
desean que su cultura siga sobreviviendo,
pero Kashi con decisión firme arranca dolorosamente el consentimiento de sus padres para salir a la ciudad,
su madre le implora que es arriesgado porque no tiene a donde llegar pero a Kashi no le importa,
su sueño esta sobre todo. El gran día llega, todo está listo,
Kashi con el alma en un hilo no acierta como despedirse de su selva, de su bella Amari,
pero promete que regresará manejando la máquina de vuelo.
En su vida no tuvo tanta emoción que el día que voló por primera vez,
todo el trayecto fue alucinante para él, cargado de esperanza llega a la ciudad desconocida y peligrosa,
todo es diferente, ¿es acaso otro mundo? donde están los hermanos árboles,
los animales, todo es cemento y asfalto, siente opresión en el pecho
y al mirar que los carros no se detienen para dejarlo pasar el miedo inunda su cuerpo,
tardó un día en encontrar a alguien conocido, finalmente localiza a conocidos de su comunidad
y lleno de alegría comparte carne de monte, frutas y efusivamente cuenta su gran sueño:
quiero ser piloto, la familia amiga le desean suerte pero las mujeres entran en pánico cuando el jefe de hogar llega borracho.
Kashi no tiene recursos para estudiar, busca trabajo para sobrevivir y cada día que pasa extraña más a su familia,
a los animales, a su a selva, echa de menos a Amari, se siente extraño en este mundo de concreto,
donde es desconocido y hasta mirado con desprecio, donde visten y comen diferente;
por la noches solo la luna es testigo de sus lágrimas, ¿por qué no puede tener las dos cosas…
su selva y la aeronave? los meses pasan, ingresa en el colegio donde por su diferente educación encuentra muchas dificultades,
su trabajo sacrificado apenas le alcanza para comer y mantener un rincón donde dormir.
Por allí ciertos “amigos” le dan a probar licor”, diciendo falsamente que será una medicina para matar la tristeza,
también va llegando la droga y más adicciones, Kashi va perdiendo la esperanza de llegar a ser piloto,
pero le falta las fuerzas para regresar a su amada selva y ser feliz nuevamente.
Los años transcurren, no pudo acabar el colegio y Kashi casi se ha vuelto un asalariado
porque el vicio ha entrado en su vida, no puede estudiar para piloto,
y Amari se cansó de esperar, no quiere que le pase la hora de matrimonio,
por ello, aunque pensando en Kashi, acepta un buen marido que con el tiempo le enseñará amar nuevamente,
mientras Kashi permanece en la gran ciudad con la falsa ilusión de ser piloto.